martes, 12 de noviembre de 2013

Agua, bebederos y escuelas

Por: Claudia Campero
Twitter @claucampero
¿Cuándo fue la última vez que tomaste agua de un bebedero?
No de un garrafón, de un bebedero.
El año pasado celebramos que finalmente nuestra Constitución reconoce el derecho humano al agua. Sin embargo, la Conagua todavía mide su éxito en término de la cobertura de agua potable. En la página web de la Conagua se lee que “la cobertura de agua potable incluye a las personas que tienen agua entubada dentro de la vivienda; fuera de la vivienda, pero dentro del terreno; de la llave pública; o bien de otra vivienda. Los habitantes con cobertura no necesariamente disponen de agua con calidad para consumo humano”. Es evidente que un aspecto de suma relevancia del derecho humano al agua – la calidad – queda totalmente relegado por la definición de cobertura. Bajo la definición de cobertura* resulta que son relativamente pocos millones que carecen de acceso a agua. Entonces el gobierno mexicano se siente satisfecho de decir que para 2010 más del 90% de la población tiene acceso al agua, pero ¿cuántos pueden beberla? No tenemos una respuesta clara.
La gran mayoría de la población ignora la calidad del agua que recibe en su casa. En algunos casos, los problemas de calidad son evidentes a simple vista. Es bien sabido que en algunas colonias del poniente de la ciudad de México el agua de la llave sale color café generando preocupación en la población. Sin embargo, sabemos que los problemas de calidad no necesitan ser visibles para ser un riesgo a la salud. Lo grave es que los sistemas de agua en el país no generan mecanismos de información constantes, claros y confiables de sus monitoreos de calidad. No sorprende que la población ante esta falta de trasparencia dude de la calidad del agua que recibe. El agua embotellada es la salida a la que la mayoría de la población mexicana recurre ante la desconfianza de la calidad del agua en los domicilios.
Las empresas embotelladoras han sido hábiles en aprovechar esta incertidumbre y han logrado convertir a México en el primer consumidor de agua embotellada per cápita en el mundo. Desafortunadamente el agua embotellada tiene importantes problemas: su costo es considerablemente mayor que el del agua de la llave, la vigilancia externa de su calidad es mínima, genera importantes desechos de plástico y requiere trasladarse en vehículos de su punto de producción a su punto de venta generando contaminación y contribuyendo al cambio climático. Al final, no hay garantías de que el agua embotelllada sea más segura que el agua de la llave, a veces lo es, en otras ocasiones todo lo contrario. Lo que debiera ser un derecho de la población, en realidad, es un gran negocio para las empresas embotelladoras y un volado para la ciudadanía.
En este contexto, es importante tener en mente que los y las niñas son la población más vulnerable por diversas razones. Una de ellas, por que su cuerpo es más sensible a patógenos y puede sufrir de manera más inmediata por agua de mala calidad. Sin duda, debiera ser nuestra prioridad defender todos sus derechos. Para garantizar su derecho humano al agua en las instituciones educativas, estamos proponiendo que se destine parte de lo recaudado del impuesto al refresco para introducir bebederos, que incluyan sistemas de potabilización, en todas las escuelas del país. Además es indispensable la transparencia y el acceso a la información en la calidad del agua que se recibe de la red. Empecemos a materializar el derecho humano al agua.
*En la página de la Conagua encontramos dos diferentes cifras de cobertura para 2010 en el país. En una sección se dice que 90.9% cuenta con dicha cobertura y en otra dice que la cifra es 96%.

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