lunes, 9 de febrero de 2015

Saneamiento básico: el camino a una mejor salud

Bjorn Lomborg*

Proveer soluciones como inodoros con descarga a una fosa séptica mejorará la calidad de vida en las comunidades pobres del mundo; por ejemplo, invertir un dólar en saneamiento básico puede proporcionar tres dólares en beneficios.

La mayoría de nosotros tenemos la suficiente suerte de tomar por sentado el saneamiento básico, como el agua corriente y los inodoros. Pero 2 mil 500 millones de personas —casi la mitad del mundo en desarrollo— carecen incluso de una letrina básica y mil millones tienen que recurrir a lo que se conoce educadamente como defecación al aire libre. En México, 3 millones de personas en las áreas rurales aún carecen de saneamiento básico, y en toda América Latina afecta a más de 100 millones de personas.
750 millones de personas en el mundo no tienen acceso a ningún tipo de fuente elemental de agua potable. Cada día, 136 millones de residentes urbanos pasan más de 40 minutos diarios recolectando agua. Más de 600 millones en áreas rurales ocupan más de una hora para ir a buscar agua. En México, 2.4 millones personas aún carecen de acceso elemental al agua, un destino compartido con 37 millones en América Latina.
La buena noticia es que podemos hacer algo. En los últimos 25 años, más de 2 mil millones han obtenido acceso a una mejor agua y casi 2 mil millones al saneamiento.
Por otra parte, resulta ser una buena inversión. Invertir un dólar en saneamiento básico puede proporcionar tres dólares en beneficios. El abastecimiento de agua básico en el hogar puede proporcionar aún más beneficio, dando más de cuatro dólares en beneficios por cada uno gastado. Deshacerse de la defecación al aire libre puede ayudar a rondar los seis por dólar gastado.
Hacer este tipo de análisis es difícil, pero vale la pena. Al final del siglo pasado, la comunidad mundial se comprometió a un conjunto de metas en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, destinados a mejorar el mundo tanto como sea posible en los próximos 15 años. Su objetivo de agua y saneamiento ayudó a 2 mil millones de personas a tener un mejor acceso.
Ahora, con la fecha límite acercándose rápidamente, 193 gobiernos tienen como objetivo construir sobre los éxitos alcanzados y acordar un nuevo conjunto de metas para mejorar la vida de las personas hacia 2030.
Pero los recursos y capacidades no son infinitos, así que tenemos que hacer esto correctamente. Es por eso que el Centro para el Consenso de Copenhague, mi grupo de expertos, les ha pedido a más de 60 equipos de economistas analizar algunas de las propuestas más prometedoras presentadas y hacer sus propias recomendaciones para lo que debería constituir la presentación final.
Así que, ¿cuál es la justificación para priorizar el agua potable y el saneamiento? El beneficio más evidente se presenta en forma de una mejor salud. Proporcionar incluso letrinas e instalaciones básicas para lavarse las manos implicaría un gran impacto en la propagación de enfermedades. Hay una serie de afecciones infecciosas transmitidas por el agua que podrían ser mitigadas. Las principales y más mortíferas son las que causan diarrea, como el cólera y una serie de infecciones virales. Estas son una causa importante de muerte, sobre todo entre los niños pequeños, pero los adultos infectados pueden estar demasiado enfermos como para trabajar y los niños mayores pueden no estar en condiciones de asistir a la escuela.
El otro gran beneficio es el ahorro de tiempo. El análisis de los objetivos básicos de abastecimiento de agua y saneamiento asume que la gente en las aldeas rurales no tendrá que pasar una hora diaria en promedio recolectando agua, sino que podrá recolectar la misma cantidad en 20 minutos. En las zonas urbanas —que continuarán creciendo rápidamente en las próximas décadas— se espera que la gente pueda reducir a la mitad el tiempo necesario para recoger el agua, de 40 a 20 minutos. Para un estadunidense o europeo eso podría sonar aún excesivo, pero el ahorro de tiempo y la mejora de la salud que derivan de algo tan rudimentario como esto sería un enorme beneficio para cientos de millones de personas.
Dado que habrá mil millones de personas más en la población mundial en los próximos 15 años, conseguir agua y saneamiento para todos requerirá un esfuerzo considerable. Sin embargo, un equipo de economistas del Banco Mundial ha estimado que la provisión de saneamiento para más de 3 mil millones de personas costará alrededor de 31 mil millones de dólares al año.
Este es el costo de proveer soluciones de tan bajo costo como letrinas secas en áreas rurales e inodoros con descarga a una fosa séptica en las áreas urbanas, compartidos por menos de 30 personas. No obstante, los beneficios ascenderán a 92 mil millones de dólares al año aproximadamente, de los cuales tres cuartos son beneficios en tiempo, y el resto son beneficios a la salud. Esto significa que cada dólar invertido en saneamiento ayudará a los más vulnerables del mundo en alrededor de tres dólares, medido en una mejor salud y menos tiempo perdido.
Proporcionar agua mejorada a 2.3 mil millones de personas más tendrá un costo de 14 mil millones dólares al año. Esto no significa una red de agua corriente según la norma del mundo industrializado para todos los hogares, sino simplemente proporcionar una fuente de agua comunitaria protegida, como un pozo, manantial y perforación o agua de lluvia recolectada a la que se puede llegar en 30 minutos o menos. Otra vez, creará beneficios mayores con menos enfermedades y muerte, y con menos pérdida de tiempo. En general, los beneficios se estiman en 52 mil millones dólares al año, de manera que cada dólar gastado generará cuatro de beneficios.
Un alto en el camino hacia un mejor saneamiento es simplemente evitar la defecación al aire libre con letrina compartida o baños comunitarios. Porque esto es incluso más barato en 13 mil millones de dólares al año, cada dólar puede ofrecer un beneficio sustancial de seis.
En resumen, hay una justificación fuerte a favor de invertir en la mejora del abastecimiento de agua y el saneamiento. Esto ayudará a la mitad de la población de este mundo y beneficiará principalmente a los más pobres. El argumento económico es tan fuerte como el moral.
Fuente: www.milenio.com

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