jueves, 23 de agosto de 2012

¡Aguas con el cloro!, tome precauciones


Investigadores advierten que el uso en exceso para depurar el agua podría afectar la salud. Sugieren aplicar a menudo otros métodos como filtración con carbón activado

    • Peligro. Usar cloro para desinfectar agua puede generar otros riesgos de salud. Foto: Vanguardia-Archivo
    MÉXICO, D.F.- El raro olor y sabor que presentaba el agua de la llave —similar al de la tierra mojada y que tenía preocupados a los habitantes de varias delegaciones en la capital del país a principios de junio— finalmente fue controlado con medidas complementarias para depurarla y devolverle su calidad potable.

    Esto se logró luego de que la Conagua y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México aplicaron temporalmente otros métodos de depuración como carbón activado y mayor cloración, con los cuales controlaron a la geosmina, un alga detectada en dos presas del sistema Cutzamala y cuyos productos de metabolismo son la causa del mal olor y sabor.

    Sin embargo, el empleo adicional de sustancias cloradas para devolver la potabilidad al agua (especificada en la Norma Oficial Mexicana 127-SSA1-1994) que es un método común y con buena relación costo-eficacia, además de probados beneficios sanitarios, podría conllevar ciertos riesgos para la salud humana, según advierten investigaciones en México y otros países.

    María Teresa Orta, académica del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que la combinación de las sustancias excretadas por algas como la geosmina con otras de tipo orgánico existentes en el agua o con el cloro puede generar otros compuestos que bajo ciertas condiciones podrían resultar cancerígenos.

    “El cloro aplicado en exceso no soluciona el problema y sí puede aumentarlo”, afirma por su parte el investigador Luis Zambrano, del Instituto de Biología de la UNAM.

    Daños potenciales 

    Un estudio de Michael A. Pereira, del Medical College Ohio y patrocinado por la Agencia Ambiental de EU (EPA) destaca que “el cloro usado para potabilizar agua produce bajos niveles de subproductos como trihalometanos y ácidos haloacéticos, que en pruebas de laboratorio han mostrado actividad carcinogénica en animales de laboratorio”.

    Otra investigación realizada en México por Luis Aboites, Enrique Cifuentes, Blanca Jiménez y María Luisa Torregrosa (Pendientes nacionales del agua, 2008) advierte que “los subproductos del cloro están claramente asociados con unos 5 mil casos de cáncer de vejiga y más de 8 mil casos de cáncer de recto en EU”.

    En este trabajo, donde se denuncia que “la calidad del agua (en México) siempre ha sido un aspecto considerado en segundo término, después de la cantidad”, los autores mencionan la existencia de reportes que sugieren asociaciones entre los productos de la desinfección mencionados y abortos espontáneos, bajo peso al nacer y malformaciones congénitas.

    La Organización Mundial de la Salud reporta en el documento Trihalomethanes in drinking water varios estudios epidemiológicos efectuados para valorar el impacto de esas sustancias en humanos, principalmente en Colorado, Iowa y Ontario (Canadá). Al respecto, advierte:

    “Aunque no es posible concluir sobre la base de los datos disponibles que esta correlación es causal (causa-efecto), la observación de asociaciones en estudios bien sustentados donde las exposiciones (a trihalometanos) fueron mayores no pueden ser fácilmente desechados”.

    Las alternativas 

    Por esas razones, la OMS estableció una serie de estándares donde se contemplan los niveles máximos permisibles para prevenir riesgos sanitarios por esos subproductos de la cloración. Por ejemplo, para dos de los trihalometanos más comunes (cloroformo y bromoformo) establece como valores guía 0.3 mg y 0.1 mg por litro, respectivamente.

    En México, la NOM 127 contempla un límite máximo permisible de 0.20 mg de trihalometanos totales por litro de agua. La Conagua informó que estos niveles no fueron rebasados tras la adición de cloro para afrontar la emergencia por el agua maloliente. No obstante, como la geosmina suele proliferar en los estanques, ríos y lagos durante el verano, las autoridades estarán obligadas a usar más cloro de manera cíclica y por ende podrían rebasarse los niveles permisibles, consideran Orta y Zambrano.

    Para ambos la solución a este problema radica en que la Conagua y otros organismos responsables de suministrar el agua potable a la población del Valle de México apliquen otros procedimientos para la desinfección, como el ozono o los filtros de carbón activado, aun cuando el costo de éste último resulte unas diez veces superior al de la cloración.

    En varios países europeos y en EU, desde hace muchos años la cloración dejó de ser el principal procedimiento de desinfección, es decir, es sólo una medida que complementa a otras tecnologías. Y en México debería hacerse algo similar, sugieren los investigadores universitarios.

    “Si no se utiliza el carbón activado antes del proceso de cloración, el agua puede llevar muchos compuestos orgánicos que al reaccionar con el cloro generan los organoclorados”, alerta por su parte José René Rangel Méndez, académico del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICyT).

    “En México no conozco una sola planta de tratamiento de agua que use adsorción con carbón activado”, añade el investigador de la División de Ingeniería Ambiental del IPICyT. “Deberían emplearse los dos procedimientos o bien el ozono en lugar de cloro, como sucede en muchos países europeos”, recomienda Rangel.

    Si no se utiliza el carbón activado antes del proceso de cloración, el agua puede llevar muchos compuestos orgánicos que al reaccionar con el cloro generan los organoclorados”,
    José René Rangel Méndez, académico.

    Norma sobre agua potable 

    En México la Norma Oficial NOM-127-SSA1-1994 (modificada en 2000) establece las condiciones que debe satisfacer el agua para el uso y consumo del ser humano.

    El olor y sabor deben ser agradables o al menos tolerables para los consumidores, siempre que no sean producidos por condiciones químicas o biológicas objetables.

    Su condición de potable debe justificarse con estudios de calidad y pruebas de tratabilidad efectuados dentro de laboratorios.

    El nivel de trihalometanos totales (las sustancias que se forman cuando el cloro interactúa con otros compuestos presentes en el agua) debe ser menor a 0.20 miligramos por litro de agua.

    Opción: Basura orgánica

    MÉXICO, D.F.- Los sistemas de filtración de agua mediante carbono activado cuestan hasta 10 veces más que la cloración, lo que dificulta su empleo generalizado en los tratamientos industriales. Esta desventaja podría superarse con la fabricación de filtros de bajo costo, a partir de desechos agroindustriales como el bagazo del agave.

    Esa es una de las líneas de trabajo del doctor José René Rangel Méndez, del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, quien pretende aprovechar materiales como la paja y el bagazo de agave (casi sin costo) para remover contaminantes en el agua.

    “El bagazo de agave es un residuo producido por las compañías tequileras y mezcaleras, que en ocasiones incineran para así reducir su volumen, lo que genera contaminación a la atmósfera.

    Entonces, buscamos dar un valor agregado a este producto orgánico que prácticamente no tiene ningún costo”, explica el joven académico.
    El bagazo es bioadsorbente, es decir, tiene una superficie activa que al entrar en contacto con contaminantes (inorgánicos como los metales o de otro tipo) produce reacciones químicas que ayudan a separarlos. El carbón activado cuesta unos 50 pesos por kg.


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