INFORME ESPECIALLa Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 2013 el Año Internacional de la Esfera del Agua. Colombia hace parte de los nueve países con mayor riqueza hídrica, pero no cuidar el recurso puede llevarla, en pocos años, a vivir con sed.
Foto: AFP
Binata tiene 14 años, vive en Senegal y es una de las niñas que participaron en la encuesta realizada en 5.000 escuelas del país africano, que mostró que más de la mitad no tiene abastecimiento de agua ni instalaciones de saneamiento básico. En las que hay algún tipo de baño, solo la mitad lo t
iene separado para niños y niñas.
En el colegio de Binata los sanitarios no están divididos, así que ella y sus amigas prefieren no tomar agua mientras están estudiando, para evitar tener que usarlos. Y esa decisión las hace miembros del grupo de menores que sufren deshidratación y, por consiguiente, bajo desempeño escolar.
La historia suena dramática y algo lejana de la realidad nacional. Sin embargo, aunque Colombia es una de las nueve naciones que, según la revista The Economist, cuentan con el 60 por ciento de la riqueza hídrica del mundo, los malos manejos del recurso, asociados a la ineficiente conservación de los sistemas naturales que lo regulan –como los páramos y los humedales– podrían generar una crisis en 25 años, sobre todo en las regiones más pobladas: Andina y Caribe.
Según el Instituto de Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), en los años noventa Colombia tenía alrededor de 737.000 cuerpos de agua entre ríos, lagunas y ciénagas. En ese momento, era el cuarto país en el mundo con mayor cantidad de agua dulce por habitante. Ahora está en el puesto 24 y cada persona dispone, en promedio, de 50.000 metros cúbicos al año; casi 137 al día. Una vastísima cantidad si se compara con los menos de 10 litros (0,01 metro cúbico) consumidos diariamente por una persona en Mozambique.
La pérdida paulatina del recurso en los países con riqueza hídrica y la agudización de la crisis en las naciones que se han caracterizado por la escasez hicieron que en febrero de 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) proclamara 2013 el Año Internacional de la Esfera del Agua, con el fin de promover actividades a todos los niveles que permitan cooperar con lo que Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, ha llamado “la piedra angular para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y garantizar la seguridad hídrica”.
La meta diez de los ODM, solo por mencionar una, pretende reducir a la mitad el número de personas sin acceso a un sistema de saneamiento básico para 2015. Sin embargo, si no se modifica el ritmo del progreso actual, el mundo incumplirá en un 13 por ciento esta tarea. Es decir, una ciudad no puede considerarse sostenible si no garantiza un acceso fiable al agua potable y al saneamiento básico adecuado.
En el mundo, 828 millones de personas viven en condiciones marginales sin servicios básicos. Las proyecciones dan cuenta de un incremento de 6 millones de personas al año. En 2020, la cifra llegaría a 889 millones. De acuerdo a la encuesta de Calidad de Vida de 2012, en las áreas rurales de Colombia solo el 53,3 por ciento de la población tiene acceso a acueductos y el 15,6 por ciento cuenta con servicio de alcantarillado. Una estadística preocupante si se tiene en cuenta que, según el Informe Nacional de Desarrollo Humano, el 32 por ciento del total de la población es rural.
Por eso hoy el tema se trata en términos de garantías vitales. Hace tres años Naciones Unidas reconoció como un derecho humano el agua y el saneamiento, y reafirmó su relevancia para garantizar las demás condiciones del buen vivir. “El derecho humano al agua es indispensable para una vida digna”, dice la proclama. Es fundamental entonces que cada quien pueda disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible para su uso personal y doméstico.
Estrés hídrico
François Munger, jefe del Programa Global Iniciativas Hídricas de la Cooperación Suiza (Cosude), habló del aumento exponencial en la demanda de agua. “En el siglo XX la población se triplicó y el consumo ahora es seis veces mayor. Por cuenta del desarrollo vamos hacia una crisis hídrica global, pues nunca en la historia de la humanidad habíamos tenido tantos desechos y aguas no tratadas. En 2025 la mitad de la población mundial va a vivir con estrés hídrico, pues hay más demanda que oferta”, afirmó.
Con esto se refería a la insuficiencia de una cuenca o fuente de agua para suplir la demanda del recurso. En Estados Unidos, el Instituto de Cooperación para la Investigación de Ciencias Ambientales (Cines por su nombre en inglés) analizó los niveles de estrés en sus fuentes. Encontró que una de cada diez está estresada. Entre las principales causas se encuentra el uso excesivo del líquido para la agricultura, la generación de energía y la industria.
El panorama en el resto del mundo no es diferente. De acuerdo con estudios hechos por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cerca del 75 por ciento del total del agua que se consume en el planeta es en agricultura. La industria se lleva un 20 por ciento y entre un 57 y un 69 por ciento se emplea en la generación de energía hidroeléctrica y nuclear.
En Colombia, según el Estudio del Agua hecho por el Ideam, casi el 68 por ciento de la demanda nacional es para actividades agropecuarias, incluida la acuicultura. La siguen la energía (el 19,4 por ciento) y el uso doméstico (el 7,4 por ciento).
Es un círculo vicioso en el que el crecimiento demográfico es un eslabón muy importante. La población urbana aumenta en dos personas por segundo, según el Pnuma. Estos nuevos habitantes necesitan energía y alimentos, y para que eso suceda, por supuesto, requieren agua. Las ciudades no tienen la infraestructura de acueductos, alcantarillados o manejo de aguas residuales. En este sentido, los retos aumentan cada vez más. Las proyecciones muestran que a 2030 la demanda de alimentos crecerá en un 50 por ciento, y a 2050, en un 70 por ciento.
Lograr un desarrollo sostenible no es posible, entonces, si no se garantiza el acceso a servicios básicos de agua y saneamiento de todas las personas. Está demostrado que contar con estos servicios es un paso crucial a la hora de vencer la pobreza y la degradación medioambiental.
El mundo en cifras
- Aproximadamente 1,6 millones de persona, en su mayoría niños menores de cinco años, mueren cada año por enfermedades relacionadas con la ausencia de agua potable y sistemas de saneamiento básico.
- Casi el 40 por ciento de la población mundial no tiene acceso a los medios de aseo personal.
- Las personas en condición de vulnerabilidad son las que tienen que pagar más dinero por el agua.
- Un residente de un barrio de tugurios en Nairobi, Kenia, por ejemplo, paga entre cinco y siete veces más por un litro de agua que un ciudadano promedio de Norteamérica.
- Cada año mueren más personas por consumir agua insalubre que por causas violentas, incluida la guerra.
• Una mujer en África y en Asia tiene que caminar alrededor de 6 kilómetros para recoger agua.
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