Sergio Sarmiento
Ciudad de México– Iztapalapa recibe más agua por habitante que Barcelona o París. La afirmación se antoja falsa. Así podría parecer en efecto a ese 40 por ciento de la población de Iztapalapa, unas 800 mil personas, que no cuenta con un suministro constante de agua. Pero es una realidad. Iztapalapa recibe unos 200 litros diarios por habitante, la Ciudad de México 300, Barcelona y París 170. Esto lo ha señalado Ramón Aguirre Díaz, director general del Sistema de Aguas de la Ciudad de México.
El que Iztapalapa o la Ciudad de México usen más agua por persona es en buena medida producto de las fugas, que representan un 40 por ciento del suministro. Son fugas de la red pública, pero también de domicilios. El monto no es mayor porque el suministro sólo se mantiene 12 horas diarias. Si las tuberías estuvieran llenas todo el tiempo, la pérdida sería mucho mayor.
Las fugas, sin embargo, no son toda la historia. Los chilangos, incluyendo los iztapalapenses que sí tienen servicio, usan más agua que los parisienses o barceloneses. Los bajos precios en la Ciudad de México, que no alcanzan a cubrir los costos, promueven un mayor uso y desperdicio.
La falta de medidores contribuye. El número de medidores ha venido aumentado al igual que su fiabilidad. Cuando los usuarios se quejan de cobros excesivos, en el 99 por ciento de los casos el problema es por fugas internas. Una vez que se localizan y reparan, los cobros regresan a la normalidad. Pero muchos usuarios siguen sin tener medidores y, de hecho, oponen una gran resistencia a permitir su instalación. A los usuarios les conviene que no se mida el consumo porque así pueden desperdiciar más.
Se está construyendo un nuevo ramal del sistema Cutzamala. No llevará más agua a la Ciudad de México, pero sí evitará los constantes cortes al suministro, especialmente cuando hay reparaciones de los otros ramales. Los problemas de agua de la ciudad, sin embargo, no se limitan al Cutzamala. El oriente de la ciudad depende de pozos que aportan agua amarillenta y sin las condiciones óptimas para su consumo. Se requieren plantas potabilizadoras para mejorar su calidad. Pero aún en este caso, 100 de los pozos podrían dejar de extraer agua si se pusiera fin a las fugas.
El agua es el reto más grande de una urbe que alberga a más de 20 millones de habitantes en un valle a 2,400 metros de altitud. No es un problema al que se le haya prestado atención suficiente. Los políticos han preferido construir segundos pisos para los automóviles, que son más visibles, o repartir despensas y subsidios, que compran votos, antes que usar los recursos para construir o reparar infraestructura que no se ve.
Sin embargo, el agua es el producto más importante. Para preservarla se requiere reparar las fugas pero también aplicar tarifas realistas, no solamente para cubrir los costos de la infraestructura sino para capitalizar el sistema. Regalar el agua daña a los más pobres, a los que no tienen el servicio de forma regular y deben comprar pipas o quedarse sin agua.
Algunos grupos políticos rechazan las medidas necesarias para resolver los problemas del agua. Su preocupación es ideológica. Lo que buscan es impedir la inversión privada en el agua, aunque esto condene a los más pobres a permanecer sin el servicio. El agua debe ser gratuita, dicen, porque es un derecho humano.
La experiencia nos dice, sin embargo, que para dar agua a quienes la requieren se necesitan fondos gubernamentales y privados. La reparación de fugas es indispensable, pero también los cobros realistas que moderen la demanda y capitalicen el sistema. El agua es demasiado importante para dejarla al arbitrio de los sacerdotes de la ideología.
Prohibición fracasada
El presidente Peña Nieto ha reconocido que la prohibición de las drogas ha sido un fracaso y pide buscar una “eficaz regulación”. Habrá que esperar a los detalles. Permitir la mariguana medicinal o subir los máximos permitido para posesión personal, como planteó en la ONU, no es suficiente.
Fuente: http://diario.mx
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